Gracias a las aventuras de Gomiluigi en la mansión del pasado, ¡pude hacerme con una tremenda colección de fantasmas! Así de bien equipado, comencé a investigar la manera de mejorar las capacidades de Gomiluigi. Mi objetivo era que superaran con creces a las de una persona normal.
El primer paso consistió en analizar la energía extraída de los fantasmas. Tal y como esperaba, era estructuralmente distinta a la de los fantasmas del Valle Sombrío.
De este modo, llegué a la conclusión de que existen diversos tipos de energía espectral. Algunas parecen estar compuestas por moléculas grandes firmemente unidas entre sí, otras están formadas por moléculas de menor tamaño pero, con una unión igual de fuerte... ¡y las hay incluso que presentan uniones débiles entre sí!
Al margen de este descubrimiento, aún tenía que reflexionar sobre qué tipo de mejoras especiales podía otorgarle a Gomiluigi… Es cierto que el gominol se origina a partir de la energía de los fantasmas del Valle Sombrío, pero sus propiedades poco tienen que ver con las de los propios espectros. Por desgracia, esto me impedía dotar a Gomiluigi de las mismas habilidades que los fantasmas, como desaparecer a voluntad o atravesar materia sólida.
Aunque quizá la viscosidad del propio gominol me dé la clave… ¡Ya lo tengo! ¡La composición básica de Gomiluigi le permitirá colarse por espacios estrechos, como rejillas y vallas, sin perder su forma humana! Esta... ¡Esta podría ser sin duda la manera perfecta de mejorar sus habilidades! ¡Incluso me atrevería a decir que podría tratarse de una de mis mayores invenciones hasta la fecha!
Con la motivación adecuada, comencé a realizar pruebas con distintas mezclas de energía espectral y gominol hasta conseguir dar con la combinación perfecta que me permitiera alterar las propiedades viscosas del gominol. Lamentablemente, las cosas no salieron como había planeado.
Durante las pruebas iniciales, me percaté de que combinar el gominol con moléculas de unión débil impedía que la sustancia viscosa mantuviera ningún tipo de forma. Y combinarlo con moléculas fuertemente unidas daba justo el resultado contrario: ¡el gominol adquiría una rigidez por la que no podía moverse un ápice!
Pero, como cualquier científico brillante, consumado y de éxito que se precie, no tiré la toalla y proseguí con mis experimentos. Tras efectuar más pruebas de las que podía contar (todas ellas infructuosas), ¡de repente logré dar un avance a la investigación! La fórmula final proporcionaría a Gomiluigi las propiedades de un fluido cuando las necesitara, pero sin alterar su forma. ¡Era el equilibrio perfecto!
No dudé ni por un momento en aplicarle esta nueva composición a Gomiluigi. Y, tal y como esperaba, ¡fue capaz de colarse entre barrotes y por tuberías estrechas con total fluidez! Je. Gracias a mi laboriosa aplicación de la ciencia, ¡conseguí crear un nuevo poder único y especial para Gomiluigi!
No me costó nada imaginarme a un gallardo Gomiluigi dominando su nueva habilidad. ¡Hasta solté una exhalación de satisfacción (y de una pizca de cansancio) y todo! Tras haber concluido otro experimento con éxito, había llegado la hora de tomarme un pequeño respiro y degustar una deliciosa taza de café de Verdestro.
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