10. La importancia de la técnica

Itoi:

Hablando contigo me doy cuenta de que es un error que la gente hable de ti como si fueras un genio y vivieras en otra esfera. Más bien, diría que ves las cosas como una persona normal; y las observas. Y mientras las observas surgen problemas que quieres resolver. Y de esa actividad has hecho tu trabajo.

Miyamoto:

Se podría decir así. (Risas)

Itoi:

Algo más que quisiera discutir es qué opinas de la otra cara de la moneda: de la chispa creativa, el arte en una escala hollywoodiense. En otras palabras, en algo que se aleja de esa normalidad que es la base de tu trabajo.

Miyamoto:

Bueno, yo no tengo lo que se necesita para movilizar gente y cosas a escala hollywoodiense. Eso es bien evidente. A veces creo que sería genial celebrar un concierto para decenas de miles de personas, pero no tengo esa capacidad.

Itoi:

¿Disfrutas de espectáculos de ese tipo?

Miyamoto:

Sí, aunque los veo con un cierto desapego. Cuanto más se anima el público, más falsos me parecen.

Itoi:

¡Pero los juegos de Mario han animado a un montón de personas de todo el mundo!

Miyamoto:

Sí, pero es diferente, porque no lo hacían todas a la vez.

Itoi:

Así que sencillamente no se te da bien movilizar a mucha gente.

Miyamoto:

Pues la verdad es que me gustaría tener esa capacidad, pero si me preguntaras si quiero hacerlo o no realmente, la respuesta sería no.

Itoi:

No sé si debería hablar de mí ahora, pero tú y yo siempre hemos tenido mucho en común. Excepto en esto, aquí nos diferenciamos mucho: a mí me encanta que tanta gente se entusiasme a la vez con algo.

Miyamoto:

Oh.

Itoi:

Y me da algo de envidia la gente que puede conseguirlo. O bueno, más que envidia es admiración.

Miyamoto:

Entiendo.

Itoi:

No sé cómo expresarlo pero creo que es muy interesante ver cómo un público toma vida independientemente de lo que esté sucediendo en el escenario, incluso quizás cuando no está pasando nada especial.

Miyamoto:

Pues yo por mi parte, necesito ver una habilidad especial o algo que justifique y provoque esa emoción. Me interesa ver qué hace el artista para conseguir esa reacción.

Itoi:

Ese es el punto de vista de un artista.

Miyamoto:

Puede ser.

Itoi:

Me encanta la sensación de ser tan solo uno más cuando un público cobra vida y personalidad propia. No estudio la actuación en realidad, gran parte del tiempo solo pienso “¡Qué divertido!”.

Iwata Asks
Miyamoto:

Pues tienes razón, en eso somos diferentes.

Itoi:

Puede que yo solo sea un fan más entusiasta. Podría ser algo único en mí, algo que me distingue de Iwata.

Miyamoto:

Puede que yo no tenga demasiadas aficiones.

Itoi:

¿Y la guitarra?

Miyamoto:

Bueno, sí, la guitarra me gusta.

Itoi:

Pero no querrías tocarla en un concierto con un público numeroso que te aplaudiera.

Miyamoto:

No, no querría. Esto se podría relacionar con lo que hablábamos antes sobre las series de televisión y la realidad que crean. Prefiero una presentación más realista. Cuando no lo es, se nota mucho.

Itoi:

Tiene su lógica, sí.

Miyamoto:

Cuando era joven no podía aceptar nada que se considerara heta-uma (técnicamente pobre, pero impresionante en otros aspectos).

Itoi:

Ajá.

Miyamoto:

Pero a medida que pasan los años, me he dado cuenta de que lo que llega a ser popular no es una persona en sí, sino su técnica. Desde entonces, he desarrollado un interés por el arte que no representa necesariamente un logro técnico.

Itoi:

Entiendo.

Miyamoto:

Así que la razón por la que permanezco impasible en los eventos en los que una gran cantidad de gente se desata a la vez, reside probablemente en mi naturaleza.

Itoi:

Me ha surgido una curiosidad. Supongamos que tu hijo te dijera: “¡Papá! ¡Mírame!” y ejecutara una coreografía que fuera... horrorosa. ¿Qué harías?

Miyamoto:

Itoi:

¿Pensarías en que es un desastre técnico?

Miyamoto:

Pues... sí.

Itoi:

Eso suponía.

Miyamoto:

No es que me guste ser así pero… probablemente intentaría arreglarla.

Itoi:

¡Vaya!

Miyamoto:

Aunque claro, a medida que me hago mayor sé que en realidad me divierte ver a los niños bailando y no intentaría corregirles pero, en esencia, como preferencia personal, probablemente…

Itoi:

Disfrutarías más de un baile decente.

Miyamoto:

Sí. Me siento un poco culpable por eso porque aunque les diga: “¡Salid a jugar fuera!” y: “¡Aprended de vuestros moratones!”, en realidad tengo también el deseo de evitar que se hagan daño.

Itoi:

Bueno, ambas actitudes son necesarias. No tiene por qué ser una constante fija; parte de ti busca que las cosas estén bien hechas y otra parte de ti, cuando ve bailar a un niño, le anima con un: “¡Muy bien!”. Yo siempre le digo a mi suegra, en cuantito la veo que cada día está más encantadora. (Risas)

Miyamoto:

(Risas)

Itoi:

Claro que yo soy algo mayor que tú, así que probablemente ya he llegado a un punto de equilibrio en el que puedo hacer esas cosas sin estar incómodo.

Miyamoto:

Sí. Intentaré alcanzarte en eso. (Risas)