5. El contexto marca la diferencia

Todo lo que hemos hablado hasta ahora está relacionado: resolver varias cosas con una idea, tomar conciencia de los problemas, encontrar soluciones, y entender los fallos de una idea.

Eso es. Así que volviendo a la pregunta más difícil de todas, “¿De dónde sacas tus ideas?”, diría que si el cajón de mis ideas no está ordenado y no tengo bien claro el objetivo que me guía en la búsqueda de una solución, no puedo tener ninguna idea.

Entiendo. Y ambas cosas están muy relacionadas.

Así que tener una idea el día anterior a que se cumpla el plazo, no es señal de precipitación. Porque con la presión que supone saber que tienes que encontrar una solución, eres más concienzudo y rebuscas con más ahínco en tu cajón de ideas.

Eso es. Pero no está bien sacar todas las ideas del cajón cada vez, por ver si sirven. Tendemos a volver a ellas cada vez para intentar usarlas, pero nuestra persistencia no siempre da resultados.

No, en absoluto.

¿Y alguna vez se lo has explicado a tus empleados? Hablo sobre todo de los jóvenes que quieren demostrarte a ti, y a ellos mismos, que trabajan duro. Te miran y te dicen: “Debe de ser bueno porque he trabajado mucho en ello” y “¿Cuántos días más debería dedicar a esto?”.

Aah, sí, ¡eso pasa siempre! Te dicen: “Trabajaré más en ello”, pero yo les digo: “No es una cuestión de que trabajes más o menos”. (Risas) Y no estoy intentando ser brusco ahí, porque es verdad que no es solo una cuestión de invertir horas.

Sé exactamente lo que quieres decir. (Risas)

Siempre que se puede, prefiero conseguir resultados de la forma más sencilla posible.

Sí, yo también.

En esencia, es lo mejor. Todo el mundo piensa que podría haber una forma más sencilla de hacer las cosas. Pero hoy en día, parece que se cree que cuanta más gente trabaje, y cuanto más trabaje esa gente, más trabajo se saca adelante.

Pero cuanto más trabajas en algo, menos claro lo ves. Al final te encuentras diciéndote: “¡Me ha llevado meses hacer esta lista!”.

Sí. Lleva tiempo analizar algo y hacerle frente. Por eso a menudo pienso que es mejor pensar con sencillez.

Tiene algo que ver con el tema del que hablamos hoy. No puedes decir sencillamente: “No depende de lo que te esfuerces”. Creo que deberíamos añadir dos o tres cosas a esa idea.

Sí, cierto. Deberíamos explicar lo que queremos decir.

Sí, nosotros dos. Yo haré de ayudante.

(Risas)

Quiero decir que, si alguien está trabajando duro y otra persona le dice que sus esfuerzos no importan, se quedará como mínimo desconcertado. Pero estoy seguro de que tanto tú como yo decimos eso a la gente.

Ajá, y a veces te dicen: “Pero eso no es lo que habías dicho antes, ¿no?”.

¡Sí, sí, sí! (Risas)

Eso también es difícil de explicar. Por ejemplo, cuando el objetivo es diferente, tu visión de la misma cosa cambiará considerablemente.

Es cierto. El contexto marca una gran diferencia.

Sí, toda la diferencia del mundo. Por ejemplo, cuando un proyecto se está hundiendo y se propone una idea que es mitad y mitad (es decir buena al 50% y mala al 50%), no sacas nada bueno de ahí. Pero si un proyecto se está desarrollando a la perfección y tienes una idea que tiene incluso un 60% de “mala”, siempre que tenga algún aspecto positivo, puedes usarla.

Ajá.

En un caso así, cuando alguien acude a mí con lo mismo y me dice: “Antes no valía pero ahora sí, ¿no?”, y le digo: “Sí, ahora vale”, esa persona se queda boquiabierta. (Risas)

Sí. (Risas)

Cuando la situación cambia, también cambia tu empuje. Pero la persona que siempre se preocupa de la cantidad de esfuerzo que tiene que invertir en algo, mantiene siempre la misma temperatura, por decirlo de alguna forma.

Sí.

Está bien trabajar duro pero…

Mmm… nos tendremos que esforzar más. (Para explicar lo que quieren decir)

Mmm. (Risas)